La Sociedad Colombiana de Arquitectos acumula una larguísima experiencia en el manejo de concursos arquitectónicos. Ha sido uno de sus bastiones.
Desde mediados del siglo pasado los ha promovido y puesto en práctica con la certeza de que constituyen la herramienta más idónea para seleccionar las mejores ideas, las mejores propuestas para los espacios más significativos de las ciudades. Nuestro territorio nacional está lleno de excelentes obras arquitectónicas otorgadas por concurso público.
No todos los diseñadores favorecidos con el fallo del jurado eran reconocidos al momento del concurso. Muchos eran anónimos arquitectos que gracias a este mecanismo pudieron enfrentarse en igualdad de condiciones a encumbrados diseñadores que fueron sus profesores o contaban con una sólida trayectoria profesional. Mostraron su talento y eso los hizo ganadores.
La igualdad es una de las características a resaltar en los concursos. Bastan condiciones mínimas para participar, no se requiere contar con el respaldo de complicadas oficinas, alta capacidad de contratación o gruesos pergaminos académicos. Son suficientes la confianza en la seriedad de los organizadores y el entusiasmo de creer en los procesos. Participar es sencillo pero exigente. Los tiempos son apretados, las bases requieren ser entendidas con claridad, el equipo de concursantes debe estar compenetrado con la tarea, la recompensa no está asegurada, en fin, muchos otros factores gravitan.
Los concursos arquitectónicos son emocionantes; no importa en cuál orilla se esté:
El promotor podrá contar con variadas propuestas de numerosos autores que le permitirán analizar una amplia oferta.
Los organizadores se reconfortan ante el despliegue de propuestas, enfoques, soluciones ingeniosas, superación de retos, lenguajes arquitectónicos y corrientes que se enfrentan. Cuando se trata de entidades públicas el concurso es prenda de garantía de equidad, transparencia e imposición de los méritos por encima de cualquier otra condición; las entidades promotoras, guiadas por expertos, obtienen multiplicidad de propuestas, facilidad de escoger entre variadas alternativas que plantean diversas soluciones.
Los jurados conforman un celoso grupo de marcada experiencia y altísimos valores éticos que no dejan asomar la más mínima opción de favorecimiento indebido (he sido jurado de concursos arquitectónicos en varias oportunidades y doy fe de los acalorados debates conceptuales en busca de seleccionar lo mejor, dentro de parámetros de respeto, conocimiento e intelectualidad, muy elevados).
Los arquitectos concursantes al aceptar el reto profesional que significa confrontar su diseño al de los contendientes, muestran la fortaleza que significa competir, ofrecer sus ideas y soluciones a un problema planteado, persiguiendo la esquiva opción de ser escogido como el mejor.
Cada concurso en el que se participa reafirma la solidez del profesional, su claridad conceptual y el deseo de aportar a un mejor territorio en que vivir, es un voto de autoestima.
La Sociedad Colombiana de Arquitectos ha sido persistente en el trabajo de fortalecer la ejecución de los concursos y propende por garantizar que reflejen los principios que inspiran su conformación como órgano que estimula el correcto ejercicio de la profesión para beneficio de la comunidad con diseños de alta calidad espacial.
Los concursos han mostrado su bondad, son la plataforma de integración ideal entre profesionales de la arquitectura, afiliados o no a la SCA, y las entidades promotoras preocupadas por acertar en sus soluciones.
Los concursos son exitosos, enaltecen el trabajo de los profesionales de la arquitectura e ingeniería y reafirman el compromiso de construir un mejor país.